Contra la amnistía & Encerrados bajo llave

Alfredo María Bonanno

Language: Spanish

Publisher: Edicions Anomia

Published: Jun 1, 2011

Description:

Alfredo Maria Bonanno posiblemente sea a día de hoy uno de los teóricos y prácticos del movimiento anarquista más influyentes. De hecho, con el paso del tiempo, una vez acontezca su muerte (nació en el año 1937 y ya tiene cierta edad...), será reconocido como una de las individualidades con más influencia del siglo XX e inicios del siglo XXI para la práctica libertaria, a la altura de Noam Chomsky o Murray Bookchin, pero representando, en su caso, el anarquismo más combatiente y partidario de la lucha insurreccional.
Actualmente, aún en vida, el conocimiento sobre él no llega a la altura de otras personalidades antes mencioandas e, incluso, entre cierto marxismo postsituacionista y sin partido de finales del siglo XX e inicios del XXI representa una especie de demonio poco original, que copió su teoría de los franceses de la Enciclopedia de las Nocividades e, incluso, por parte de ex-jóvenes libertarixs de la década de los ‘90, quienes lo idolatraban hasta el ridículo, represente hoy en día el símbolo del infantilismo anarquista, coincidiendo en este aspecto con las viejas y caducas teorías marxistas que consideraban el anarquismo como una enfermedad infantil del izquierdismo.
Bonanno ha sido y es un personaje controvertido, de lectura no siempre fácil y, sin duda, con apreciaciones y valoraciones no siempre al gusto de las mayorías. Sin embargo, si algo no se le puede reprochar es la lucidez y contundencia de muchos de sus planteamientos, a veces, eso sí, contradictorios con el paso de los años, aspecto que sin duda viene dado por la propia evolución personal y del contexto histórico. No son iguales, por ejemplo, las aportaciones de Bonanno de los años ‘70 o inicios de los ‘80 del siglo XX, que las del Bonanno de mediados de los ‘80 o en la década de los ‘90 quien, conjuntamente a otrxs anarquistas, elaboraron las bases de los que se conocerá como “anarquismo insurreccionalista”.
En conjunto, sin embargo, la evolución de su pensamiento es coherente y lógica.
Desde siempre mostrará su desconfianza y rechazo frente al sindicalismo, algo típico de las ideas surgidas alrededor de mayo de 1968 y pilar bastante compartido entre la renovación marxista y libertaria de dichos años. Sin embargo, de apostar por un modelo claramente partidario de la toma de las fábricas derivará a lo largo de su vida por otros planteamientos más pesimistas, afirmando que difícilmente esa autogestión obrera será posible si tenemos en cuenta la, entonces, nueva realidad postindustrial, al menos bajo los esquemas teóricos clásicos derivados del marxismo o anarquismo.
En Cataluña, el resto de España y, seguramente, en algunas regiones de la América Latina, Bonanno ha sido asimilado de manera caótica y parcial. De su extensa obra únicamente se ha traducido una parte y, de estas traducciones, la contextualización ha sido bastante deficiente. Así nos encontramos como textos de los ‘70 se han asimilado al mismo tiempo que obras posteriores, haciendo pensar que todo era parte de lo mismo. Esto ha producido ciertas interpretaciones antiorganizativa, con dosis de elitismo vanguardista y culto fetichista de la violencia política. Sin embargo, estas carencias en la asimilación de su obra en los últimos tiempos se han podido corregir, tanto por el aumento de traducciones como por las propias evoluciones personales, viendo entonces en Bonanno un pensador y práctico complejo y variable, el cual, sobre temas como la violencia política demuestra más similitudes con el pensamiento de anarco-comunistas clásicos como Errico Malatesta que de apologistas como Nechaev. En su obra siempre se reconoce la necesidad de la violencia política como aspecto indispensable para realizar una Revolución Social, sin embargo siempre mostrará un compromiso ético sobre la misma, realizando críticas, por ejemplo, a posibles secuestros por considerarlos despereciables.
Otro aspecto malinterpretado de Bonanno en un principio es el referente al vanguardismo de los grupos anarquistas y el aislamiento de los mismos frente al resto de las luchas sociales. Bonanno nunca se mostró partidario de estos elitismos, y pese a que él mismo ha sido detenido en varias ocasiones por estar implicado en robos o en supuestas tramas de grupos insurreccionales, siempre se ha mostrado partidario de la participación de lxs anarquistas en lo que él denomina luchas intermedias, es decir, aquellas que surgen desde las bases sociales y buscan, en un principio, una meta méramente reformista. Evidentemente aquí coincidirá con el anarquismo más clásico y, si me apuran, con el mismo anarcosindicalismo, en el sentido de aceptar estas luchas intermedias o, si se prefiere, reformistas como un medio para alcanzar una situación más ambiciosa y revolucionaria. En otras palabras, acepta estas luchas como mecanismo en el cual lxs anarquistas pueden mostrar sus planteamientos para intentar radicalizarlas hasta transformarlas en conflictos insurreccionales de cariz revolucionario. Nada nuevo bajo el sol, puesto que en el fondo este planteamiento de Bonanno y otrxs “insurreccionalistas” es algo axiomático del mismo anarquismo desde sus orígenes. Aspecto que, sin embargo, a día de hoy puede parecer novedoso ya que en los tiempos que corren, en un ámbito más general, la reforma, por si misma, parece la finalidad de casi todas las luchas sociales que surgen, cuenten o no con la participación de individualidades declaradas anarquistas.
No estoy de acuerdo con todos los planteamientos de Bonanno, sin embargo siempre me ha parecido una persona que incitaba a la lucha y que tenía y tiene unas intenciones compartidas por una parte importante de lxs libertarixs. Sus críticas al cuantitativismo de las luchas y organizaciones, las cuales parecen querer crecer a toda costa sin importarles otros aspectos no cuantificables, me parecen, a día de hoy, plenamente vigentes. Una Revolución Social no será posible con cuatro gatos, esto es evidente, pero tampoco podrá ser posible bajo el abrigo de cientos de miles de personas, por ejemplo, partidarias del colaboracionismo con el Estado y el Capital. Cuando Bonanno critica el cuantitativismo, cual coro de la patata, y en su defecto plantea un crecimiento cualitativo, está afirmando, bajo mi punto de vista, la necesidad de crecer sin traicionar a los principios anarquistas (autonomía, libertad individual, solidaridad, etc.), puesto que una revolución autogetionaria o libertaria, sin estos principios, nunca será posible. Cuando Bonanno en su obra critica las organizaciones formales por transformarse en meras estructuras jerárquicas y conservadoras, no afirma otra cosa que la constatación del peligro de liderazgos y jerarquías existente a lo largo de la Historia de las organizaciones formales, sean o no libertarias. Un peligro que tiene demasiados ejemplos históricos, desde los excesos de Stalin al colaboracionismo cenetista en los ministerios y estructuras estatales durante la Guerra Civil Española de 1936 a 1939... Quizá, en este sentido, se le podría reprochar la ausencia de crítica evidente hacia la tendencia a la atomización de los grupos de afinidad cuando no tienen una estructura libertaria “puente” con el resto de personas con inquieudes sociales y aunque en este sentido apuesta por el no aislamiento de dichos grupos, quizá confíe demasiado en la aparición de ejemplos de auto-organización al margen de partidos y sindicatos y, cuando estos se producen (por ejemplo en el reciente movimiento español del 15-M), tampoco profundiza en los peligros evidentes del apoliticismo o mera pataleta reivindicativa de los mismos.
La obra de Bonanno, aún en gran medida desconocida por estos lares, es sin duda un ejemplo de una de las aportaciones más importantes no sólo del anarquismo, también de todo el espectro del pensamiento crítico occidental en el tránsito histórico de una sociedad que daba sus últimos coletazos bajo los esquemas discursivos de la clásica Lucha de Clases hacia planteamientos postmodernos cómodos bajo las categorías liberales y capitalistas de Ciudadanía, Democracia y Diálogo Social.
Los dos textos recogidos en este libro, “Contra la amnistía” y “Encerradxs Bajo Llave”, son ejemplos paradigmáticos de lo anteriormente afirmado, puesto que nos muestran a un Bonanno crítico con las individualidades que en ese tránsito hacía la miseria social actual se arrodillaron frente a las nuevas circunstancias.
Sin duda las referencias despectivas hacía quienes apostaron en el contexto italiano, con miles de presos políticos en los ‘80, por la paz social y la búsqueda de nuevas “formas de lucha” son fruto de un irreductible, de alguien que es plenamente consciente de los cambios históricos que se estaban produciendo pero que, sin duda, tampoco estaba dispuesto a renunciar a sus ideales, puesto que los consideraba, tanto en el antiguo como en el nuevo contexto, igualmente válidos.
A Bonanno se le podrá criticar de manera abierta e incluso fanática, tal y como algunos intelectuales en charlas y corrillos de bar han podido realizar en España 4, pero no se le podrá negar su compromiso y su afán irreductible. Como tampoco se le podrá negar su espíritu autocrítico hacia él mismo como para el resto del movimiento. En este sentido, en los dos textos, pero especialmente en el segundo, nos muestra ciertas críticas hacia lo que se conoce por estos lares como “presismo”, que no es otra cosa que alzar como centro y motor de la lucha libertaria la figura del/la presx anarquista. Que alguien como Bonanno, encarcelado en varias ocasiones y reconocedor de la impiedad del sistema carcelario, con claros planteamientos favorables a su destrucción y siempre respetuoso con el papel de lxs presxs, afirme de manera clara y contundente que nunca lxs presxs pueden ser el motor de la lucha, creo, a mi entender, que es un factor a tener en cuenta y, en cierta manera, también es un síntoma de crítica al propio devenir del movimiento libertario, puesto que replegándose en su práctica y teoría únicamente en el apoyo de lxs compañerxs presxs, no está haciendo otra cosa que aislarse del resto de la sociedad y dejando pasar las oportunidades de tensionar esta dura, fría y triste realidad postindustrial. Bonanno nunca ha sido un partidario de las luchas “específicas”, siendo, en cierta manera, un ejemplo de anarquista que apostaba por los planteamientos “globales”. Esto, sin embargo, no es fruto de la ignorancia interpretativa ya que es plenamente consciente de las diferentes formas de explotación existentes, más bien es una cuestión estratégica: su globalidad parte de la explotación concreta pero interconectándola con las demás. El Patriarcado, por ejemplo, nunca podrá desaparecer si existe una sociedad estatal, las prisiones, por enumerar otro ámbito, podrán ser abolidas, pero si se mantiene la estructura represivo jerárquica social, el problema de fondo, la privación de libertad y represión generalizada, no desaparecerá.

Sin más dilaciones, espero que esta lectura sea llama de insurrección.
Un nadie